Orgullo
Las relaciones humanas coinciden con el ser humano: pocas saben resignarse a lo inevitable, arrostrar con dignidad el sufrimiento y la vejez y morir con belleza. Arthur Schnitzler —¿No hay más oxígeno? —No, papá. Esos tubitos transparentes que tienes enganchados a las orejas y a la nariz son sólo un suplemento, como una ayuda. En casa, hacía una semana, recostado calmamente con su batín en el butacón de cuero, dio un...
Un feliz entierro
Mi tía Brígida murió oficialmente un lunes nueve de agosto de 1965 en su domicilio habitual de muerte natural. Así quedó determinado en el certificado y en las declaraciones que hicimos toda la familia a quienes se interesaron por ello, ya fuera por vecindad o por obligación administrativa. Pero la realidad fue bien distinta. Es cierto que estiró la pata por causas naturales. Un anochecer se le paró el corazón, a esa hora de la caída...
Eternamente Yolanda
Con tu mano apoyada en la barbilla y tu mirada clavada en mis ojos, ese cuatro de agosto creaste el mundo. Mi mundo. En tus pupilas, un nuevo big bang. El cotidiano devenir de la existencia se clava en ellas mientras tú, casi oculta tras la contraventana, ajena a mi impúdica intromisión, contemplas el sol que preña las aceras sobre las que la gente arrastra sus mezquinos afanes. Pero tú, no. Tú estás a salvo de la odiosa rutina. Tu...
Unas cuantas medallas
Una vez dejé el campamento, como si todo aquello nunca hubiera existido, jamás volví a hablar de la mili. I La explosión me viene a la mente en el autocar. Ha anochecido y estoy vestido de soldado y guardo, como los demás, un petate caqui en el vientre del maletero con mi ropa y mis zapatos de civil y el compañero que viaja junto a mí ronca con la cabeza echada muy atrás, sobre el respaldo del asiento de al lado. Me...
Hoy Lucía cumple once años
Atravesé la puerta principal con la sensación de que había pasado mucho tiempo, tanto, que no podía recordar la fisonomía de ese lugar, sus colores, sus olores… Todo me resultaba extraño, como si estuviese en otra estación, nada que ver con la que, cada mañana, abría sus fauces para arrojarme a la rutina a bordo de uno de sus trenes. Sentí que, a pesar de los días transcurridos, aún flotaba en el ambiente un olor acre y corrosivo que...
Al horno
«No —me dijo el invitado de mi mujer, estudioso de la prehistoria en aquella comarca del sur plagada de pedregales desérticos, en donde el sol despiadado y la extremada abundancia de esparto y pizarra eran reyes—. Yo no fui estudiante de piso. Lo fui de colegio mayor». Por eso entendí demasiado bien su punto de vista, cuando además, sin venir a cuento —andábamos en los aperitivos y entrantes previos a la cena de un húmedo viernes de...