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Kintsugi
Kintsugi es el arte japonés de reparar los objetos de cerámica rotos con oro. El artesano, convertido en artista, rellena delicadamente con el noble metal las estrías que unen los pedazos de la pieza fracturada, que cobra así un nuevo valor estético y se constituye como inesperada metáfora de otra forma de afrontar la pérdida y la desolación. El kintsugi se puede entender también como una actitud vital porque, más allá de ocultar la verdadera naturaleza de lo sucedido cuando un objeto muy querido para nosotros se ha partido en mil pedazos, propone la aceptación, la asimilación y, como diríamos ahora, la “puesta en valor” del terrible acontecimiento. La destrucción se transforma en belleza. La música me hacía llorar. Cuentos de sueño y de vigilia, primer libro de relatos de María Jesús Ruiz, se constituye como una suerte de kintsugi literario en el que la autora utiliza la palabra certera para iluminar las heridas que produce el amor, que es vida y muerte. Como en este arte japonés, Ruiz se enfrenta al doloroso proceso de la pérdida desde el reconocimiento y la memoria. Así, la narración alcanza un efecto catártico y sanador. La palabra constituida en narración adquiere un...
El cine invisible (I): lo que no pudo ser
Hay cosas que no existen que son más memorables que las que sí. Hay mentiras que se creen con más entusiasmo que las probadas verdades. El género fantástico o la ciencia-ficción se alimentan de la credulidad y del asombro. Sondean el futuro, lo hurgan, lo estiran y hacen de él una sustancia maleable en la que se impregnan todos los miedos y todas las esperanzas del presente. Al cine que no llegó a estrenarse le pasa algo parecido. El hecho de que no exista o de que no haya constancia tangible de su paso por las salas o de que se viniera abajo a poco de empezar a izarse hace que adquiera una trascendencia que a veces el real, el que iluminó de sombras la pantalla, no posee. No hay película sin acabar que sea buena o que sea mala: no llegaron a ser siquiera. De lo que no llegó a nacer no se hace biografía. Lo maravilloso de que algo no exista es que podemos manejarlo a nuestro antojo. Como los sueños. Se le da el aura de leyenda que nadie va a rebatir. Fantaseamos con esa proyección del antojo creativo hasta que reemplazamos un sueño por...
Latif Al-Ani: el fotógrafo ante un sueño
En La belleza invisible de Irak (2022), una película sobre la figura de Latif Al-Ani (1932-2021), se le ve, octogenario, asomado a la ventanilla del metro aéreo de Chicago. Al comprobar la extremada altura de los rascacielos y la enormidad de sus aparcamientos de vehículos susurra para sí mismo: «Así podría haber sido Bagdad». Entre todas las funciones obvias que desarrolla la fotografía documental, en la que el iraquí es una referencia obligada, también se encuentran otras menos convencionales, que quizá no existieran en el momento de disparar la cámara, pero que el tiempo ha convertido en el argumento principal de la contemplación, como la de documentar lo que no ha ocurrido, el sueño perdido de las imágenes. Las piezas que muestra la exposición de la Virreina (Barcelona), procedentes del fondo de la Fundación para la Imagen Árabe de Beirut, se centran en la década de los sesenta. El fotógrafo está en su treintena y la cámara es el instrumento que elige para descubrir la textura de su país. De Irak. Recorre Bagdad, sus barrios, los antiguos y los modernos, los alrededores, las zonas arqueológicas, las cuencas de los dos ríos míticos, el Tigris y el Éufrates, las poblaciones...
El cine invisible (II): ‘Dune’, la mejor película imposible
«Yo era un profeta, estaba iluminado. Di a mi equipo la sensación de que no estaban haciendo solo una película, sino que estaban haciendo algo importante para la humanidad» (Alejandro Jodorowsky en el rodaje inacabado de Dune, 1974-1976). Dune es una novela monumental que siempre se aplazó, si es que alguien se había animado a llevarla de verdad a una pantalla. Había imponderables del mismo tamaño que la novela de Frank Herbert. Jodorowsky fue el primer elegido. Ni siquiera era un proyecto suyo, pero su entusiasmo fue encomiable desde el principio. Michel Seydoux fue el productor que, al ver La montaña sagrada, pieza magistral de Jodorowsky, encontró la primera piedra de la pirámide por venir. Luego se las ingenió para que Moebius (el genio del cómic) se entusiasmara y planeara los storyboards de la grabación. El director y el dibujante compusieron más de tres mil dibujos. El tercer pilar de la aventura debía ser Douglas Trumbull. 2001, una odisea del espacio era una excelente tarjeta de presentación, pero el mejor supervisor de efectos especiales no entendió el mensaje lírico (cósmico, religioso, espiritual) de la historia que le encargaban. La responsabilidad de esos efectos (la luminaria del sueño) recayó en H.R....