Miguel de Cervantes es, sin duda, el más universal de nuestros escritores. Pero, ¿qué significa exactamente eso? Muy pocas veces nos hemos parado a pensar sobre la repercusión real del autor del ‘Quijote’ en la literatura de otras lenguas ni en la pervivencia de su obra a través de traducciones y adaptaciones más o menos acertadas. Hemos consultado con expertos traductores, profesores y escritores que nos dan algunas interesantes pistas.
El Instituto Cervantes organizó hace justo un año, en el marco del IV Centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote (1615-2015), una exposición que, bajo el título “Quijotes por el mundo”, recogía ni más ni menos que ciento ochenta y cinco ediciones de Don Quijote de la Mancha escritas en cincuenta y seis lenguas distintas, que procedían de sesenta bibliotecas de todo el mundo. Esta muestra evidenciaba “el influjo mundial del Quijote, una obra que desde 1612 se ha traducido -de manera íntegra o parcial- a más de ciento cuarenta lenguas y variedades lingüísticas diferentes, y continúa traduciéndose hoy a nuevos idiomas como el coreano o el guaraní”, según se recoge en la página web del Instituto Cervantes. La obra cervantina, y en concreto su novela más famosa, es referente indiscutible de la literatura española en el mundo.
El escritor argentino Jorge Luis Borges leyó por primera vez el Quijote en una traducción inglesa de la biblioteca familiar siendo aún muy joven. El autor del conocido relato “Pierre Menard, autor del Quijote” aseguraba que cuando, años más tarde, leyó la novela de Cervantes en versión original le pareció que “sonaba como una mala traducción”.
“La huella de Cervantes en las letras inglesas comienza ya en vida de éste, al traducirse la primera parte del Quijote en 1612 y cuando Shakespeare (ese otro negrero que junto con él nos pone a trabajar a destajo en estas conmemoraciones) la lee y toma el personaje de Cardenio y compone con Fletcher una obra de teatro perdida”, explica el escritor y traductor Antonio Rivero Taravillo, que ha vertido a nuestra lengua, entre muchos otros, a William Shakespeare.
Según comenta Rivero Taravillo otra traducción que “circuló mucho” fue la que realizó Tobias Smollett en 1755. La influencia de las obras cervantinas, principalmente del Quijote, en autores ingleses “está latente en Fielding, Swift o Sterne, entre numerosos otros, también de Irlanda o de Norteamérica”.
“Sería interminable la lista porque el Ingenioso Hidalgo no es tanto un personaje como un arquetipo -¿los arquetipos se crean o se descubren?- y, como tal trasladable, a otras latitudes y literaturas”, explica el también poeta y ensayista.
En cuanto a la calidad de dichas influencias, Rivero Taravillo lo tiene claro: “¿Molinos o gigantes? Estoy seguro de que muchos de los influidos no han leído siquiera los primeros, sino que han avistado, gran poder de la ficción, los segundos”.
La primera traducción alemana se realizó en 1648. “La hizo un tal Pahsch Basteln von der Sohle y apareció en Frankfurt con este título: Don Kichote de la Mantzscha, das ist: Juncker Harnisch auß Fleckenland (algo así como El hidalgo Arnés del país de las manchas)”, explica el editor, poeta y traductor del alemán Jesús Munárriz.
Pero no ha sido el Quijote la única obra que, a lo largo de la historia, ha interesado a los alemanes. “En el siglo XVIII tradujeron y publicaron el Persiles, las Novelas ejemplares y la Galatea. En el XIX la Numancia, las Comedias y entremeses y otras. En el siglo XX hay varias ediciones de las obras completas, una de ellas recién aparecida”, comenta Munárriz.
No obstante el Quijote ha sido traducido “por una docena de traductores distintos y publicado muchas veces”. Entre las más destacadas, señala Jesús Munárriz, está “la edición de 1837, de traductor anónimo, que lleva un prólogo de Iván Turguéniev y una importante Introducción del gran poeta Heinrich Heine, siempre interesado por lo español”.
“Entre la literatura sobre Cervantes es de destacar el libro del gran hispanista Werner Kraus Cervantes en su época, escrito en la cárcel estando su autor condenado a muerte por los nazis”, añade el poeta y editor.
El Quijote “deja una profunda huella en la literatura francesa, arraiga en la mente de escritores y receptores y se asienta como un foco irradiador de modernidad en distintas facetas que espejean desde la deslumbrante armadura narrativa del Quijote, auténtico Caballero de los Espejos en el devenir de la literatura europea”, según explica la profesora Cristina Sánchez Tallafigo en su trabajo Cien años de Don Quijote en Francia: el caballero de los espejos.
En Francia la primera parte del Quijote “va a ser conocida por sus lectores un año antes de la publicación en Madrid de la segunda parte de la obra, gracias a la traducción que llevará a cabo Cesar Oudin en 1614 con el título de L’Ingénieux Don Quixote de La Manche, composé par Michel de Cervantes, traduit fidellement d’espagnol en françoise et dédié au Roy par Cesar Oudin, secretaire interprete de sa Majesté en langues germaniques, italienne et espagnole”, explica la profesora María Teresa Muñoz Zilinski en Presencia de Cervantes en los clásico franceses: El Quijote. Reminiscencias de un pasado. “Unos años más tarde, en 1618, será François de Rosset el que continuará con la traducción de la segunda parte del Quijote de tal manera que los lectores franceses conocerán la obra completa en un breve período de tiempo”, apunta Muñoz Zielinski.
La influencia de la obra cervantina en los clásicos franceses “resulta palpable”. Sin embargo, según Muñoz Zielinski, “poco a poco la imagen del Caballero de la Triste figura irá desvaneciéndose entre los autores y lectores franceses y será ya en siglos posteriores cuando su presencia se hará de nuevo patente” gracias a la recuperación que otros autores franceses hacen de Cervantes y de “éste personaje emblemático” de las letras españolas.
Pero la obra cervantina no solo tiene influencia y pervivencia en las literaturas occidentales. La profesora japonesa de Lengua Española en la Universidad de Estudios Extranjeros de Kyoto, Hisayo Furuie, que realizó su tesis doctoral sobre las traducciones japonesas del Quijote, anotaba en este trabajo que en Japón, durante el siglo XX, se habían realizado “unas setenta ediciones del Quijote, que no eran meras reimpresiones”. Nos recuerda el dato el profesor, escritor y traductor del japonés Fernando Rodríguez-Izquierdo.
Rodríguez-Izquierdo opina que “las traducciones más destacadas” en la segunda mitad del siglo pasado han sido la del profesor Aida y la del profesor Ushijima. Ambas traducciones traducciones íntegras, y citadas aquí por orden cronológico”.
“Si incluimos ahora algunas versiones de fines del siglo XIX (antes no las hubo, por estar el país cerrado al extranjero hasta la restauración Meiji), podemos constatar, además, la evolución que ha ido experimentando la lengua japonesa a través de los años. Así, son muy distintas -por el lenguaje- las traducciones de fines del siglo XIX hasta las de ahora”, explica el profesor Rodríguez-Izquierdo.
No obstante la percepción de la obra cervantina que se tiene en el país del sol naciente y, en concreto, de un personaje como Don Quijote se aleja bastante de la nuestra.
Como explica Fernando Cid Lucas en su trabajo Llegada y recepción del Quijote en la literatura y en la cultura popular japonesa, en “Occidente dotamos a Don Quijote de aquella aludida carga romántica o de calas idealistas, o lo asociamos a alguien que se salta las reglas sociales establecidas por amor a unos nobles ideales, en Japón, en cambio, se ve como alguien que, debido a que incumple con sus obligaciones (giri), está condenado a fracasar”.
Es por esto que, comenta Cid Lucas, “Don Quijote y sus muchas aventuras tengan vigencia en Japón en el eminentemente infantil, y que su discurso, transformado en cuento o en fábula, se haya dirigido durante años a los niños nipones, a quienes (por un tiempo al menos) sí se les está permitido trocar molinos por gigantes”.
Cervantes, autor capital de las letras españolas, es también un escritor ampliamente valorado y estudiado en muchas otras lenguas. La pervivencia de su obra ha dado la vuelta al mundo. Su legado vivo traspasa fronteras.