‘Fluye’. Juan Manuel Díaz Burgos. Brizzolis (con el patrocinio del Ayuntamiento de Cartagena y el Festival ‘La mar de músicas’). Cartagena, 2022. 172 pp.
Dice Luis Eduardo Aute en una vieja canción: «Y después / De los fuegos ahogados / Por las matemáticas del espejo, / Las liturgias del desorden / Y otros templos / De mundos, demonios y carnes, / Cuando ya el crepúsculo / Es oro que baña los restos heróicos / De naufragios por venir / Y la noche del hielo se presiente tan próxima, / Me apresura la inaplazable sed / De volver al agua, de volver al agua… / Al origen del mismo donde se fraguara / El hierro de la vida, / Con la firme intención de revivir, / Desde las húmedas pavesas de lo vivido, / Tiernos incendios de olas / En tus sueños, / Y en los míos, / Feroces océanos de luz / Entre humos de espumas olvidadas, / Con el soplo apenas / De mi latido / Más ávido de ti. / Pero antes, / Tendré que quemar, con lágrimas, / Todas las fotografías».
Fluye es el título que Juan Manuel Díaz Burgos ha elegido para su último trabajo, un fotolibro que reúne algunas de las imágenes que el fotógrafo ha ido realizando durante diez años (2009-2019) en diferentes puntos de la República Dominicana, donde las lluvias tropicales diseñan un paisaje exuberante en el que sus habitantes desarrollan la vida.
Las fotografías que componen Fluye son un compendio de todo lo que a nuestra sociedad nos falta. El equilibrio y la comunión del ser humano y la naturaleza se dan la mano, no existe la sensación de tiempo, en las imágenes la vida es mucho más que minutos, horas y segundos que pasan, la vida es esa gente que se baña, que juega, que reza, que se enamora junto a un paso de agua en diferentes formas. Porque en el fotolibro de Díaz Burgos aparecen representadas todas las formas posibles del agua: ríos, cascadas, charcos, embalses, lagunas, playas… Y en todas ellas aparece la vida porque es ella, el agua, quien nos otorga el derecho de la existencia.
A lo largo de la historia, todas las culturas han elaborado su relato a partir del agua configurando el propio origen y devenir de los pueblos y elaborando una cultura mitológica que han dado lugar al nacimiento de distintas deidades relacionadas con ella.
Desde la antigua idea de la confección del ser humano a partir del barro, son esas tres moléculas (dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno), las responsables de nuestra vida. Sin embargo, el hombre, en su afán por erigirse en figura omnipotente, ha jugado a dominarla alterando los cauces de los ríos, encerrándola en embalses o envases, canalizándola a través de tuberías o contaminándola. Pero siempre hay algo en ella que surge de manera salvaje, a veces violenta, devolviendo a su lugar todo lo que un día fue suyo. Dominando el agua, el hombre ha abandonado la naturaleza desertando de ella para aislarse en ciudades que ocultan su transcurrir bajo capas y capas de hormigón. De ahí la obsesión de Ángel Ganivet por los ríos soterrados en Granada.
Fluye es una vuelta al origen, a la creación del mundo, al jardín edénico, al útero materno y a la placenta cubierta de líquido amniótico. Mirar sus fotografías es reconciliarse, saber que en algún lugar del planeta alguien sigue venerando al agua como la deidad que es. Y también es un modo de reivindicar esa necesaria comunión del hombre y su pachamama. De manera que, como dice Luis Eduardo Aute, ante la visión de este fotolibro nos apresura la inaplazable sed de volver al agua. Eso sí, no terminen ustedes como el poema, no quemen las fotografías, consérvenlas, disfrútenlas y piensen en todo aquello que es realmente necesario para la vida.