Eduardo Formanti: «En gran medida todos somos cautivos del azar»

‘El final de la tregua’ (Ediciones Mayi. 2017) es la tercera novela de Eduardo Formanti (Cádiz, 1966), aunque la primera en ser publicada. Una novela con cierto aroma ‘noir’ que también nos envuelve en una atmósfera de ‘thriller’ psicológico, y en la que destacan dos elementos: el azar, que trastoca con sus hilos la vida de los personajes, y la reacción de estos personajes ante las peliagudas situaciones a que aquel los somete.

Con una prosa pulida, salpicada de destellos poéticos, con diálogos certeros y narrada en tercera persona, El final de la tregua nos presenta dos tramas, en principio, sin conexión alguna.

En la primera (que comienza a lo grande, con una prolepsis o anticipación de la historia de este calibre: «nada… acaecía… que pudiera vaticinar… que… antes de que terminara la semana, acabaría en una lúgubre habitación… suplicando a un energúmeno… que le arrancara de cuajo el corazón«) Manuel, contable en una agencia portuaria, vencido por el aburrimiento, decide llamar a su mujer, María, desde la oficina. Creyendo hablar con ella, le susurra “todo un decálogo de lujuriosas proposiciones”. Pero se ha equivocado al telefonear. Es Isabel Ramírez, doctora de una Clínica Dental, quien sonríe al otro lado. Este fatal error, producto del azar, hace estallar en Manuel sus más recónditos e inconfesables deseos y lo conducirá a una tortuosa pesadilla.

En la segunda trama conocemos a Fátima, una joven pintora que, tras conocer a Luis, farero de profesión, se fue sin pensárselo a vivir con él al faro de Trafalgar. En este majestuoso lugar, cargado de historia y amenazado por la especulación, en el salón principal del edificio, alrededor de una mesa ovalada y una caja de galletas metálica, tendrá lugar el encuentro entre Fátima y un sexagenario –al que ella se ha empeñado en invitar– del que nada sabemos.

Eduardo Formanti.                                                                                   (Foto cedida por el autor).

Entre los logros de El final de la tregua destacaré el conseguido contraste entre estas dos líneas argumentales: los personajes, la acción, el ritmo, la atmósfera, se dirían antitéticos.

La historia de Manuel –un tipo gris, de vida monótona, que parece querer a su mujer, María, aunque duda poco en cuanto ve la posibilidad de serle infiel– aporta el componente negro a la novela y mantiene un ritmo en progresión, que alcanza, a veces, niveles frenéticos en sus recorridos por la ciudad de Cádiz.

Fátima, por su parte, es pintora. Su vida parece plena de felicidad junto a Luis. Es una joven de fuerte carácter y sólidas convicciones. El enigmático encuentro en el faro nos sumergirá en una atmósfera, a veces claustrofóbica, de suspense. La conversación entre Fátima y el desconocido sexagenario –todo un enfrentamiento de conciencias y psicologías– mantiene un ritmo pausado, inquietante, lleno de tensión.

Pero, qué mejor, en cualquier caso, para alumbrarnos en esta visión de El final de la tregua (además de leer la novela) que su autor, Eduardo Formanti, nos aclare algunas cuestiones.

La prolepsis con que arranca la novela es espectacular, pero ¿no resulta un inicio algo arriesgado?

Mi intención es atrapar al lector desde la primera frase. Para ello necesito arriesgar desde el inicio, sugiriendo en un solo párrafo, todo lo que va a ocurrir después, manifestar desde un principio los tres elementos claves de la narrativa: la voz, el tiempo y la acción. A partir de ese instante, con todas las cartas desplegadas sobre la mesa, debe ser el lector, el que decida libremente continuar con la partida y profundizar en la historia que acabo de sugerirle o bien abandonarla. De este modo, si opta por seguir leyendo, de alguna manera, lo he convertido en cómplice de la historia que he pergeñado, en un testigo de excepción que posee muchos más datos de los que disponen los propios personajes.

Hablar del azar y de la literatura siempre da mucho juego. En tu novela, el azar es un elemento fundamental. Sin embargo, hoy en día –actuaré como abogado del diablo– ciertos críticos opinan que el azar en literatura es un recurso fácil para que fluyan o se resuelvan los argumentos. Defiéndase.

El azar es un elemento primordial en nuestras vidas, en gran medida todos somos cautivos del azar, esto es un axioma indiscutible. Por tanto, la literatura, como fiel reflejo de la realidad, no puede soslayar este componente. Otra cosa distinta es recurrir al azar como elemento principal para la resolución del conflicto. En esta novela el azar es el pistoletazo de salida, la puerta que se abre de repente para mostrarnos una nueva vida, pero a partir de ahí serán los personajes, con sus cuitas, sus dudas y sus miserias, los que deban resolver sus problemas, tirando de las riendas de sus vidas con mayor o menor acierto.

Expláyese sobre El final de la tregua

No es fácil hablar sobre la obra de uno mismo.  Yo pienso que por eso escribo, porque no sé contar las cosas de otra manera. En todo caso, desde el momento en el que viera la luz, considero que El final de la Tregua, su trama y sus paisajes, sus personajes y su atmósfera, todo lo que yo creara, dejaron de pertenecerme para tornarse en exclusivo patrimonio de cada lector. A mí solo me resta no defraudar a todos los que se atrevan a adentrarse en esta historia.

En tu prosa, no solo en esta novela, observo ciertos brillos poéticos. ¿Escribes poesía? ¿La lees?

Leo muchísima poesía y de hecho presumo de contar con grandísimos poetas entre mis mejores amigos. Pero, sin embargo, yo soy incapaz de escribir poesía, más allá de aquellos ripios que escribiera en mi lejana juventud en las esquinas de los libros y cuadernos de clase. Le profeso tanto respeto a la poesía, que adentrarme en ella me parecería todo un sacrilegio, como si pisara suelo sagrado con los pies llenos de barro.

 ¿Qué tienes entre manos?

Ahora mismo estoy inmerso en una nueva novela. Una historia que se me cruzó en el camino y que no me ha quedado más remedio que intentar escribirla, para poder así sacármela de la cabeza. En estos momentos estoy en esa azarosa fase de tránsito por las catacumbas donde caminas sin una luz que te guíe, sumido en la absoluta oscuridad, con la incertidumbre de no saber si lo que estás haciendo, si todo el tiempo y el esfuerzo que estás derrochando recopilando información, construyendo nuevos personajes y nuevas vidas, emborronando decenas de cuartillas de notas y esquemas, valdrá la pena o, por el contrario, todo será absolutamente baladí. Espero que las musas me sean propicias en esta nueva aventura.

José Rasero Balón

Autor/a: José Rasero Balón

José Rasero Balón (Alhucemas, 1962). Soy autor de los blogs 'E la nave va!' y 'Humanos' (www.joserasero1.com) con fotografías realizadas en Holanda, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Austria, Italia, Alemania y diversas poblaciones de la geografía española. He publicado las novelas 'Laila' (1997), 'Badián no es un anís' (2012) y 'Áticos y viento' (Ediciones Mayi. 2015), así como el poemario 'Brochazos' (2001). Vivo en La Viña.

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2 Comentarios

  1. José Rasero Balón

    Digo lo que leo. Cuento lo que siento al leer. Tú, Ana Mayi, tienes mucha «culpa» de que pasen estas cosas.

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  2. Que Rasero Balón diga lo que dice de El final de la tregua es para estar muy satisfecha y agradecida. Él no es un escritor cualquiera.

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