Memoria restituida

También representa la poesía una conciencia porque es memoria de la realidad. Del duro momento que toca vivir. Cuando el poeta se pone las lentes y mira el pasado termina por restituirlo. La voz de Manuel Rico (Madrid, 1952) reflexiona a partir de la memoria sobre su pasado tanto en Tiempo salvado del tiempo como en Cuaderno de historia. Desde el momento en que el poeta evoca la intimidad y lo colectivo, su infancia presenta en realidad un enfoque crítico de Madrid, de un espacio que se volvió salvaje con la especulación inmobiliaria y turística. La intención del autor era –ya lo comentaba Marta Sanz–: «mirar con otros ojos la realidad». Admitía su intención el propio autor Manuel Rico en el epílogo de la antología: «el acercamiento a una conciencia crítica en la mirada hacia el mundo».

Siguiendo la línea anterior, como nos invitaba la investigadora Fanny Rubio en el prólogo de Tiempo salvado del tiempo, comparte Rico con Vázquez Montalbán, «la poética memorialista y crítica por reescribir con terquedad la Historia». En el poema «En la calle», perteneciente al poemario más representado en esta antología, Los días extraños contiene varias claves recurrentes, como el hecho de contrastar la realidad actual con la pretérita: «Es tu ciudad que vuelve tantos años después / […] A la edad más tardía la calle me devuelve mi ciudad de muchacho». Al cabo, nos aporta una visión compleja del mundo donde se detecta lo esencial del presente y se azuzan los fantasmas del pasado. Trayendo el pasado, lo sabemos bien, jamás caerá en el olvido. Así, se lee en «Mapa con grietas» de Cuaderno de historia: «Vivir el mapa / de la ciudad con grietas de mis veinte años. / Vivirlo en el poema / que quizá lo salve o lo proteja / es volver a los sueños». En estos versos se advierte una hendidura en el marco temporal, un mundo lejano que ya no existe salvo en la memoria; instantes que, traídos hasta nuestro día, nos hacen reflexionar. Pero todo ello no significa que la traslación sea gratuita. Al final, todo duele: «Me avisaron: no vuelvas a las calles / que fueron tuyas / alguna vez. Te morderá una sombra» (en Tiempo salvado del tiempo); «Mi padre / me pegó dos veces, me pegó duro y era invierno en Madrid / y era el barro en la calle» (en Cuaderno de historia).

Otro de los rasgos empleados en el discurso poético de Rico son las coordenadas espacio-temporales: el espacial (el extrarradio, los arrabales, barrios obreros en permanente cambio: San Blas, Hortaleza); un paisaje en vías de desarrollo con personas que luchan cada día. Los lugares cercanos son mirados a través de una ventana o ventanilla de un autobús o tren enfermo. Las aceras, los escaparates, las bibliotecas de barrio…, nada escapa a la mirada reflexiva y perpleja de mutación urbana. Escribe en Cuaderno de historia: «oculto en las almohadas de oscuros familiares que vivían / en barrios misteriosos, hacia el centro de la ciudad / creciente y olvidable». Con el crecimiento de la ciudad, la mirada de Rico recae en gasolineras sin vida, en farmacias, en calles y en personas que las habitaban. En Tiempo salvado del tiempo citaremos «Contacto en la M-30» y de Cuaderno de historia, «Lo precario». En cuanto a la temporal, escribe Rico apresando momentos duros, como una voz que reconstruye los hechos vividos, el miedo expresado por un ciudadano, así en «1981. Veintitrés, febrero» (Tiempo salvado del tiempo): «Hoy, cuando el tiempo ha dejado su melaza difícil, / […] hago balance de aquella oscuridad / que convirtió mi calle en simulacro / de tren deshabitado por el miedo». Y en el poema «Calle Canal de Mozambique, 1963» (Cuaderno de historia): «donde aguardan los libros de las tardes de siesta / el inútil retorno / de un verano confuso del setenta y tres». La memoria salva del fuego destructor del olvido. Lo vemos en «Atocha 1977» (Cuaderno de historia), donde evoca los recuerdos del amigo ausente: «Hoy digo Luis Javier y todavía / asoma sus costumbre de joven generoso en un seiscientos»…

Curiosamente, esta tendencia lírica, la de la conciencia, tan apartada del gran público en las últimas décadas, sigue, en cambio, la huella de grandes nombres de la mejor lírica hispánica: Francisca Aguirre, Diego Jesús Jiménez, José Hierro, Blas de Otero, Octavio Paz, Luis Cernuda, Pablo Neruda, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez … Y cómo no, conecta con la poesía que se escribe en otros idiomas: Pier Paolo Pasolini, Sharon Olds, Pavese, Wislawa Szymborska, Nazim Hikmet, T S Eliot, Williams Carlos Williams, Rainer María Rilke, etc. Junto a las distintas referencias explícitas o implícitas (o entrelíneas) figura, antes que nada, un gran lector; alguien que lleva toda una vida aleteando sobre distintas lecturas, hablando sobre títulos o autores, con libros en la cartera, que pasa disfrutando la tarde leyendo. Tampoco hay que olvidar algunas referencias musicales que se ocultan de rock y blues americano.

Manuel Rico.

En la trayectoria poética de Manuel Rico el interés por la prosodia no decae. Así, muestra un hábil manejo de la técnica empleando el ritmo endecasilábico, donde alternan los versos de metro corto con otros largos, provocando en ocasiones versos encabalgados creando un discurso verdaderamente armónico. Léanse por ejemplo de Tiempo salvado del tiempo «Hopper» o «Gasolineras sin vida»; «Primera noticia» o «Dormitorio propio», de Cuaderno de historia. El autor madrileño no descarta en Tiempo salvado del tiempo mostrar su querencia por composiciones más ajustadas, así se muestran hermosos sonetos con cuartetos o tercetos encadenados, especialmente los que comienzan «Agua por nieve» o «La despojada luz». Tampoco descarta, como autor de novelas y diarios es (El lento adiós de las tranvías, La mujer muerta o Escritor a la espera. Diarios de los 80), el uso de la prosa, en el caso de Cuaderno de historia integrando una sección de ocho poemas en prosa. Por ellos revolotean los recuerdos de distintos espacios como en «Aquel piso en el centro», «Lugares» o «Aquella Italia». Las evocaciones, la serenidad, la nostalgia y la lucidez son los aparejos que Manuel Rico maneja para reconstruir en cada poema el pulso de los días.

En suma, dos libros complementarios que precisan las constantes de un discurso poético que profundiza en una realidad que ya no nos pertenece. Manuel Rico nos ofrece una perspectiva lúcida que implica cierto vacío, articulada, a ratos nostálgica y a ratos reflexiva, por todo lo que el tiempo ha mutado.

Jesús Cárdenas Sánchez

Autor/a: Jesús Cárdenas Sánchez

Jesús Cárdenas es licenciado en Filología Hispánica, Programa de Doctorado de Ciencias del Espectáculo (Universidad de Sevilla) y Máster en Formación e Investigación Literaria y Teatral en el Contexto Europeo (UNED). Es autor de los libros de poemas: ‘La luz de entre los cipreses’ (2012), ‘Mudanzas de lo azul’ (2013), ‘Después de la música’ (2014), ‘Sucesión de lunas’ (2015), ‘Los refugios que olvidamos’ (2016), ‘Raíz olvido’ (2017) y ‘Los falsos días’ (2019). Varios de sus textos se han traducido al inglés, francés, portugués e italiano. Como crítico literario y periodista cultural colabora con diferentes revistas literarias.

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