Edgar Allan Poe: el creador de futuros

Edgar Alla Poe por Manuel Martín Morgado.

Ese hombre sentado, junto al calor del brandy, contempla en las llamas los rescoldos de las vidas que pudo haber tenido. Quiso ser héroe a caballo, servir en las guerras indias  a golpe de clarín, tahúr del Missisipi, gacetillero en mil periódicos, poeta. De tan insatisfecho, hasta de su nombre, pudo serlo todo y piensa que nunca fue nada.

Es un insatisfecho de la vida, por más que la ama. El amor lo ha marcado tanto como lo ha herido una y otra vez, porque el amor pierde y lo que pierde es la vida. Y la ausencia de vida y el exceso de amor lo han acercado al abismo, lo han obligado a ahogar sus penas en cualquier botella a mano, en cualquier láudano encontrado en los rincones oscuros de las tabernas.

Es un destructor de su propia existencia. El consuelo lo encuentra en las palabras, pero las palabras no le bastan y las ahoga en licor barato. Lo que ve y escribe se confunden: no distingue ya si las pesadillas son verdad o si son una de sus ficciones. Duelen ambas.

Una vez albergó el sueño inútil de ser poeta. Son sus ficciones, no obstante, las que  lo harán famoso.

Es un creador de futuros. El hombre sentado al calor del brandy, bajo la estatua de Palas y la mirada del cuervo, no lo sabe, ni le importa.

Rafael Marín

Autor/a: Rafael Marín

Novelista, articulista, traductor, guionista y teórico de historieta. Hombre orquesta, bullita. Además canto bien.

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