‘Kaliningrado’: memoria entre dos pérdidas

‘Pájaros mojados en un cable de luz’. Virtudes Olvera. Esdrújula. Granada, 2022. 140 pp.

 

Entre dos pérdidas sitúa Virtudes Olvera la narración de la vida arruinada de A-me-li-a, la protagonista de “Kaliningrado”, el cuento que cierra su estupendo primer libro de relatos, “Pájaros mojados en un cable de luz” (Esdrújula Ediciones, 2022).

Si no me engaño, conocí a Virtudes hace 28 años, un otoño de 1994 en el que Plazas y Paseos de muchas ciudades españolas se llenaron de tiendas de campaña en favor del 0’7% del PIB para Ayuda al Desarrollo a los países más empobrecidos. Yo me abocaba a los cuarenta y ella comenzaba a disfrutar su segunda década de vida. Desde entonces, hemos compartido militancia sociopolítica durante más de 20 años, noches de diversión (y nervios) en El Meneillo con el Cutre Chou y, ahora, el placer del reencuentro en las letras y la publicación de nuestros libros (el mío muy pronto) en la veterana editorial granadina Esdrújula, que dirige Mariana Lozano.

Cristina Gálvez (https://adestiempoblog.wordpress.com/), su maestra, su primera acompañante en literatura, dice en el magnífico prólogo del libro que para escribir, además del lenguaje, hay que dominar el arte de la mirada sobre lo que nos rodea; algo, la perspicacia, en lo que sobresale Virtudes, sin duda. Dice mucho Cristina Gálvez en su breve prólogo: los temas de Virtudes son incómodos, su voz es clara y desprejuiciada, destaca su gusto por la experimentación formal, su atrevimiento… Si ya está escrito lo bueno de la Virtudes autora novel por quien más la conoce en estas lides, prefiero aconsejar leer detenidamente este jugoso prólogo que insistir en aquello que comparto y no mejoraría yo. Pero sí me gustaría decir algo sobre uno de sus cuentos, «Kaliningrado», que cierra el libro.

Para mi gusto, «Kaliningrado», es uno de los relatos más singulares del libro. Hay textos de aroma costumbrista, que transitan entre la crónica y el cuento literario exprimiendo la memoria y experiencias vividas y recibidas por Virtudes en su entorno familiar rural de la Alpujarra (lean “La cabra”). Hay relatos que derrochan ternura desde el dolor –“Una ternura tan viva como un dolor, escribió Carson McCullers– en su desnudez, sobriedad y precisión, emparentados con el realismo sucio (lean “Flores”). Y otros filtran un tibio lirismo, un uso contenido de lo metafórico que alienta una expresión poética melancólica y doliente. Aquí está «Kaliningrado».

«Kaliningrado» explora la vida de A-me-li-a durante ocho años, al menos, desde finales de 2013 hasta después de la muerte de Franco Battiato y la erupción del Etna de mayo de 2021. Pero también podríamos decir que indaga su vida entre dos puntos de dolor: el dolor siempre presente, obsesionado y tóxico de una pérdida (la de su hijo Federico) y la pérdida de Chéjov, la pastor alemán compañera de la protagonista. A-me-li-a, siempre así escrito, así pronunciado siempre desde el recuerdo de la tartamudez del hijo, es la palabra clave que martillea una y otra vez en el relato para revivir quien fue Federico (“un adulto lejano, inaprensible, como si estuviera siempre en tránsito”), y conduce en el cuento, como un quebranto sin conclusión, a la obsesión por el pasado construido solo como dolor (“estando su presente desierto, el pasado reinaba en su día a día”).

El pasado es una reelaboración, no es el puro recuerdo de aquella realidad, no evocamos nunca exactamente aquello que fue. Y aun así, la identidad descansa sobre la memoria, sobre lo que somos capaces de recordar, también sobre la voluntad y la razón que modela nuestros actos en el presente y hacia el futuro, pero quien pierde los recuerdos y la capacidad de reflexionar sobre ellos para entenderse en el presente y proyectarse hacia el futuro, deja de saber quién es. Cuando ese pasado y esos recuerdos están limitados, concentrados únicamente en una sombra dañina, la identidad se consume dentro de una memoria circular que recorre siempre el mismo trecho de sufrimiento, como esas cobayas encerradas en su prisión de cristal. Una vida, como recrea Virtudes Olvera en la vida de A-me-li-a, de soledad, huida y amargura, sin importar la posibilidad del amor (Michele) ni el lugar que habita, ya sea un pueblecito, Aurières, en el centro de Francia, una urbe cosmopolita como Amberes o, finalmente, Kaliningrado, una ciudad dura, fría y gris, la expresión última de la desolación. ¿Por qué aceptar un trabajo y acabar en Kaliningrado?

Como la protagonista, Kaliningrado es una ciudad atrapada (“Atrapada entre Lituania y Polonia”), una anomalía, algo extraño encerrado entre unas fronteras que la aíslan y por el gélido Mar Báltico. “Sus habitantes se comportan … como si fueran culpables”, tal vez un culpabilidad que identifica también y, en el fondo, atormenta a A-me-li-a: ¿qué madre no se siente culpable cuando un hijo la abandona?, aunque sepa reconocer en él que es un ser “egoísta, quisquilloso, empeñado en no encajar … esquivo”. Es en Kaliningrado donde A-me-li-a encuentra y acepta la amistad humana (la otra única amistad, es la de su perra Chéjov, que siempre la acompañó con su “mirada avellana”), y de alguna manera consiente en ser cuidada. Es también en Kaliningrado donde la desgracia vuelve a irrumpir con otra pérdida, la de Chéjov. ¿Qué sentido tiene la vida entonces para A-me-li-a? ¿Puede llegar a tener sentido la vida en detalles intangibles como el recuerdo de Battiato y la erupción rosada de un volcán? ¿Tiene sentido que la contemplación de la danza y la belleza de una aurora boreal actúe como espoleta que dispara los viejos buenos recuerdos amados? ¿Hay un último instante en el que el llanto y el desahogo son la expresión de un freno de emergencia para aferrarse a la vida?

No es ocioso indagar en estos interrogantes que están ahí, en «Kaliningrado», constantes y sutiles, como sugerencias indicadas disponibles a ser pensadas, abiertos a la experiencia y al juicio de quien lee, como en todo buen relato.

José Federico Barcelona Martínez

Autor/a: José Federico Barcelona Martínez

José Federico Barcelona Martínez nació en 1957 en La Unión, pueblo minero de Murcia. Desde 1974 reside en Granada. Ha estudiado Biología y Educación Infantil. Ha sido docente en las Escuelas Infantiles Municipales de Granada – Fundación Granada Educa, desde su fundación hasta su jubilación. Su trabajo literario ha sido distinguido con diversos premios y reconocimientos, entre otros: I Premio Internacional de Cuento Universidad de Antioquia-Premios Nacionales de Cultura de Colombia; XX Concurso Internacional de Cuentos Ciudad de Marbella; Finalista en los Premios de Literatura Ciudad de Reikiavik al mejor álbum infantil ilustrado publicado en Islandia-2020; Finalista en los XXIX Premios Andalucía de la Crítica; Finalista del XXXIV Concurso Internacional de Cuentos Max Aub. Entre sus publicaciones se encuentran los libros de relatos ‘Una semana redonda’ y ‘Transterrados y durmientes’, y el álbum infantil ilustrado ‘El oso blanco y la hormiguita’, publicado en islandés, castellano y catalán.

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1 Comentario

  1. Leer Pájaros mojados en un cable de luz de Virtudes Olivera, supone adentrarte en mundos donde el lenguaje rápido, la descripción sorprendente y las historias sórdidas, crudas y porqué no decirlo, a veces a sucias, secuestran tu atención. Sin dudar a dudas, Virtudes es una escritora que no deja indiferente y es una escritora de la que oiremos hablar, o mejor dicho leer.

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