‘Tea rooms. Mujeres obreras’ (de ayer y de hoy)
Hoy que el olvido amenaza con convertirse en tendencia —basta ver cómo la ciudadanía vota ideologías, directamente, herederas del franquismo, esa dictadura que creíamos ya enterrada, ¡qué (ho)error!—, me niego a abonar esa amnesia colectiva rescatando a una mujer que supo llegar a las tripas de la situación de la clase trabajadora, y en especial de la mujer, y plasmarla en una de las novelas que más me ha impresionado en los últimos...
Eternamente Yolanda
Con tu mano apoyada en la barbilla y tu mirada clavada en mis ojos, ese cuatro de agosto creaste el mundo. Mi mundo. En tus pupilas, un nuevo big bang. El cotidiano devenir de la existencia se clava en ellas mientras tú, casi oculta tras la contraventana, ajena a mi impúdica intromisión, contemplas el sol que preña las aceras sobre las que la gente arrastra sus mezquinos afanes. Pero tú, no. Tú estás a salvo de la odiosa rutina. Tu...
‘Transterrados y durmientes’: un impecable y necesario ejercicio literario de memoria
Siempre he creído que uno de los principales deberes de una ciudadanía responsable es preservar la memoria para componer el relato colectivo que no aparece en los libros de historia oficial. Como decía Marianne Hirsch en su teoría de la posmemoria, la transmisión intergeneracional del recuerdo ha conformado los relatos más fiables de nuestra historia, especialmente el de los traumas. Por eso la memoria colectiva es tan reparadora. Y...
Hoy Lucía cumple once años
Atravesé la puerta principal con la sensación de que había pasado mucho tiempo, tanto, que no podía recordar la fisonomía de ese lugar, sus colores, sus olores… Todo me resultaba extraño, como si estuviese en otra estación, nada que ver con la que, cada mañana, abría sus fauces para arrojarme a la rutina a bordo de uno de sus trenes. Sentí que, a pesar de los días transcurridos, aún flotaba en el ambiente un olor acre y corrosivo que...
Ella estaba de paso
Un Renault Clio tuneado con un falso tubo de escape y un alerón trasero gigantesco vuela por una avenida casi desierta. Omar va muy puesto. No puede dejar de pensar en Fernanda. «No te encoñes, Omarito, no te encoñes», se repite, «que Nanda es mucha tía para ti, que ese cuerpo es como un tren de alta velocidad: arrolla lo que se ponga por delante». Instintivamente, se lleva la punta de la lengua a la herida que le dejó en el labio...