Madrid: una escapada (III)
—¿Qué gigantes? —dijo N. —Aquellos que allí ves —respondí—, los de los muchos ojos y la gran altura. Y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración, que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla. —Mira Jose —respondió N.—, que aquellos que allí se aparecen no son gigantes, sino rascacielos, y lo que en ellos juzgas ojos no son sino pisos y ventanas. Esta conversación, claro, jamás tuvo lugar, pero —siempre con un...
Madrid: una escapada (II)
La calle Arenal anda un tanto solitaria. Algún precoz comprador de oro, una cuadrilla rezagada de barrenderos, difusos grupos de dos o tres. Y nosotros, que emprendemos de algún modo un peculiar viaje —de ida y vuelta— en el tiempo. Adosada a la iglesia de San Ginés de Arlés, la librería de lance —el más antiguo comercio de la zona (1805)— permanece aún con sus persianas cerradas bajo el tejadillo, los viejos ejemplares a buen recaudo...
Madrid: una escapada (I)
Caen gotas esporádicas sobre Madrid cuando llegamos a Atocha. Por un momento se me antoja —todo lo que nos rodea— también esporádico, azaroso, incierto. Es un día extraño. Bochornoso, encapotado y gris. Parece amenazar, no sé, cualquier cosa. Extreme las precauciones. Demasiado tiempo sin viajar. Y tantas y aceleradas ganas. La escapada ha comenzado y los acontecimientos se pueden precipitar de un momento a otro —reímos—, y nos...
Cruce de caminos
Aquella tarde de súbita neblina el andén se hallaba repleto de una multitud variopinta y agitada. Las gentes, sus equipajes, partían hacia sus soledades o retornaban a sus compañías, se tropezaban, sonreían, suspiraban y —llevados por la urgencia— perseveraba cada cual en su empeño. Las vacaciones de Navidad habían comenzado. El azar o el infortunio, sin embargo —en aquel océano de vidas y bártulos apresurados— hizo que se toparan,...
Primera persona
—Seguramente fue aquella tarde que estaba con los chavales cuando comenzó todo. A rondarme la cabeza esta cosa. Son los que trabajan para mí en el taller. Los chavales, digo. Unos pipiolos. Los llamo así porque eso es lo que son, aunque ellos se piensen otra cosa. Estábamos de despedida de uno de ellos, ya ve, en un bar del Paseo. A la anciana ya la había visto yo antes. Claro. Voy mucho a ese bar. Tiene terraza y suele dar el...