‘Walt Whitman ya no vive aquí. Ensayos sobre literatura norteamericana’. Eduardo Lago. Sexto Piso. Madrid, 2018. 324 pp.
Han pasado ya casi doscientos años del nacimiento de la literatura estadounidense, una edad relativamente joven si la comparamos con la historia de la literatura europea y admitimos que ésta nació en la Grecia clásica. En estos doscientos años han sido muchos los autores y los títulos que han sobrepasado las fronteras de aquel inmenso país, traducidos en Europa y en España, popularizados por el cine y la televisión.
Se hace raro oír a alguien que no conozca los nombres de Edgar Allan Poe o Ernest Hemingway o títulos como Moby Dick o Las aventuras de Huckelberry Finn. Quienes llevan tiempo disfrutando del genio literario estadounidense, hablarán encantados de Jonathan Franzen, Philip Roth o Toni Morrison, por citar solo tres nombres.
Pero aun conociendo nombres y títulos más allá de los clásicos del XIX y principios del siglo XX, es cierto que a partir de la segunda mitad del siglo XX hay una especie de desarrollo monumental del genio literario norteamericano en un sinfín de posibilidades sugerentes para el lector interesado.
El último libro publicado por el escritor madrileño Eduardo Lago, Walt Whitman ya no vive aquí. Ensayos sobre literatura norteamericana, es una aproximación y al mismo tiempo una guía de ese mapa literario desde sus orígenes hasta la actualidad.
Afincado desde los años ochenta en Estados Unidos, dónde imparte clases de literatura hispánica, Eduardo Lago es quizá uno de los autores españoles que mejor conoce los entresijos de la producción literaria de aquel país, que va dando a conocer en las diferentes publicaciones españolas en las que colabora o ha colaborado como «Revista de Letras», El País, «Cuadernos Hispanoamericanos» o Diario16.
Esa dualidad de escritor que a la vez ejerce como docente y periodista hacen de sus ensayos una lectura sabrosa en detalles, ideas y sugerencias, y ágil por la claridad y riqueza de su expresión.
Como todo libro de ensayos, Walt Whitman ya no vive aquí está subordinado a los criterios literarios por los que se rige su autor, lo que él mismo reconoce con honestidad.
Dejando fuera de su observación todo producto exclusivamente comercial que, como todo producto comercial, tiene fecha de caducidad, la de su consumo inmediato, Lago describe una teoría literaria en forma de un genoma de doble hélice formado por dos tendencias, una realista y otra antirrealista, con intersecciones y producciones híbridas. La interacción de ambas tendencias son las que hacen avanzar la literatura, afirma.
Con ese eje de fondo, el autor traza una breve historia de la literatura norteamericana que inicia con Edgar Allan Poe como autor de relatos cortos, género que considera el más representativo del espíritu literario estadounidense, y con Moby Dick de Herman Melville como la primera novela de su historia. En ese recorrido, al llegar a la segunda mitad del siglo XX recuerda el canon particular del crítico Harold Bloom y del escritor David Foster Wallace, además de hacer su propia propuesta.
Esta primera parte del libro incluye ensayos específicos dedicados a Truman Capote, Tom Wolfe, Junot Díaz, DonDelillo, Thomas Pynchon, John Barth, David Mitchel y Ben Lerner.
Aunque el mapa que traza de la literatura norteamericana se circunscribe a la narrativa y casi exclusivamente a la novela, a mi juicio los más bellos ensayos de todo el libro son los que dedica al libro de poemas Leer para ti de Siri Hustvedt, a la dramática historia de los poetas Sylvia Plath y Ted Hughes y, ya en la segunda parte, a la enigmática Emily Dickinson.
Esta segunda parte del libro gira en torno a la ciudad de Nueva York, “la ciudad de las historias”. Eduardo Lago vive allí desde 1987. Allí fue director del Instituto Cervantes entre 2006 y 2011, y allí también ambientó la novela con la que ganó el premio Nadal en 2006, Llámame Brooklyn.
En esta sección aparecen semblanzas personales relativas, por ejemplo, a los atentados del 11-S, y otras historias en las que se entrecruzan la literatura y la ciudad como la de los hermanos Homer y Langley, que noveló E.L. Doctorow, la de la casa de Gay Talese o la del asesinato del escritor David Graham Philips.
A modo de prólogo y de epílogo, el autor ha incluido sendas entrevistas que realizó a los escritores David Foster Wallace y John Barth. Y como coda final, tres planes de lectura de novelas y un completo listado de los autores que han publicado relatos cortos en su trayectoria literaria.
Para concluir, creo que Walt Whitman ya no vive aquí está hecho con la dedicación de un cartógrafo que solo buscara los lugares más sugerentes de una costa poco explorada. Y aunque a veces se tope con calas insustanciales, estas acaban resaltando la belleza y el interés de todo lo demás.