No solo de viento vive Tarifa. La primavera trae aire africano para surfear en la cultura y poner de manifiesto el carácter transfronterizo de este pequeño municipio de la provincia de Cádiz conocido por sus playas siempre dispuestas a acoger al turista y por ser puerta de un continente cercano geográficamente y culturalmente muy desconocido.
El Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger, que cumple este año su 16ª edición, es un pretexto perfecto para conocer este pueblo marinero desde una perspectiva diferente y disfrutar de sus calles y plazas en un ambiente cosmopolita que pone de manifiesto que el cine puede ser nexo de unión entre culturas distantes.
El Festival reparte sus sedes por diferentes edificios históricos de la ciudad y un puñado de establecimientos hosteleros en los que se celebran algunos actos paralelos. Al visitante le resulta fácil moverse por este mapa cinematográfico porque todos los eventos se concentran en un radio de acción de no más de quince minutos caminando.
La base de operaciones está en el teatro Alameda, que fue restaurado en 2011 y que acoge un buen número de proyecciones de la programación oficial del festival, así como la gala de inauguración. Junto a la escalera que da acceso a la puerta principal del teatro, un arco blanco se abre a la pequeña plaza que es la antesala del mercado municipal. Los puestos de pescado, que saltan a la vista del visitante nada más acceder al edificio, atesoran por estas fechas uno de los manjares más codiciados de estos contornos: el atún rojo. Mayo es el mes por excelencia de este túnido supervalorado y Tarifa uno de los lugares emblemáticos para disfrutar de él en todas sus variedades.
En la cercana pequeña plaza de San Martín, prácticamente ocupada por las terrazas de los bares que la rodean, el bar Los Melli II ofrece como tapa una de las preparaciones del atún más distintivas de la zona como es el “atún de ijada”: ventrecha de atún en aceite que se sirve sobre pan con una rodaja de tomate. La calidad de la materia prima en esta ocasión es excelente.
Sin salir de la plaza de abastos, en la terraza rodeada de puestos de carnes y verduras que el bar Mercado tiene dispuesta en el patio central, se puede degustar una suculenta variedad de pescado frito al momento que incluye especies tan poco comunes en bares y restaurantes como la brótola, un pescado de carne jugosa y algo gelatinosa que merece la pena probar.
Otra de las sedes del Festival de cine de Tarifa es la iglesia de San José, que forma parte del conjunto histórico del castillo, pero que durante los días de la muestra se abre únicamente al público cinéfilo. Disfrutar de una buena película sentado en una de las butacas colocadas en la nave central de esta iglesia construida en el siglo XIII sobre una antigua mezquita islámica es todo un lujo.
Tras la película, se puede bajar por la calle Medina a la del Guzmán el Bueno, jalonada de pequeños y animados bares. En El Pasillo, las tapas repiten su querencia por el atún en propuestas como el Atún con alga wakame, la brocheta o el crujiente de atún con salsa de limón y soja. Pero no sólo de atún viven los bares tarifeños: muy recomendable también el pulpo sobre puré de patatas o la mini hamburguesa de El Pasillo.
El Festival de Cine de Tarifa ofrece, además de una extensa programación cinematográfica, una nutrida propuesta de actos paralelos. En algunos de ellos se unen cine y gastronomía, como en el caso de los “Aperitivos de cine” que se celebran en el Eco Center, un espacio multiusos que incluye restaurante vegetariano, aula de yoga y mercadillo de ropa, objetos y libros de segunda mano.
Los aperitivos de cine son coloquios informales con directores y actores que acuden como invitados al festival y se celebran en el patio resguardado del levante, que suele soplar insistentemente, y acompañados por el relajante rumor de la fuente central de reminiscencias zen. Mientras, se puede degustar alguna de las dos cervezas ecológicas que ofrecen en este establecimiento acompañadas por sabrosos pinchos vegetarianos. La experiencia merece la pena.
El Casino Tarifeño y la cercana Cárcel Real también acogen algunos actos paralelos y son puntos de encuentro de realizadores y periodistas. En la cercana pastelería Bernal se puede disfrutar de un desayuno apto únicamente para los más golosos con vistas a la iglesia de San Mateo Apóstol, uno de los referentes arquitectónicos de la ciudad. Para el almuerzo, recomendable hacerse con las pequeñas pero contundentes pastelas o con el recio, y a la vez esponjoso, “pan macho” que vende esta pastelería.
El festival se celebra conjuntamente en Tarifa y en Tánger. Los ferris que parten del puerto cercano nos dejarán en otro continente en poco más de una hora para seguir disfrutando del cine y de la cultura.