Minimalismo

—El vagón está bien, es amplio. Y la litera parece cómoda.

—Oiga, pero ¿qué hace usted aquí?

—Buenas, señorita. No la había visto. Yo viajaré aquí.

¿Cómo? No, no y no. Mire, tiene que haber un error, me aseguraron que viajaría sola, o en todo caso con otra mujer, pero no con un… con un… con un…

—Hombre. Esa es la palabra que busca. Conmigo no tendrá problemas, señorita. Yo siempre encuentro las palabras.

—Ah, sí, y ¿para qué las busca?

—Bueno, todo empezó como un hobby, pero ahora hasta me saco mi dinerito.

—Pues no crea que yo le vaya a dar ni un céntimo, cretino. Faltaría más.

—Todavía falta bastante. Y ya va siendo hora de acostarse.

—Pero… ¿no pensará usted?

—No, yo pienso poco, lo justo. Más bien hago cosas.

—Vaya noche me espera…

—No está soleada, no.

—En fin, si no hay más remedio…

—La verdad es que hay muchos más remedios, pero yo me quedaré con éste, señorita.

—…Pero tendrá que salir del compartimento mientras yo…

—Imposible.

—¿Cómo?

—Me he encariñado mucho con él. No podría abandonarlo. Ahora no. A menos que amanezca.

—Pues dese la vuelta al menos. ¡Amoral!

—Vale, vale. Yo, por darme. También me quiero mucho a mí mismo.

—¡Bocazas! Dormiré en la litera de abajo.

—¿Y si me caigo encima?

—No se pase… ¡Viejo verde!

—No, si yo lo decía por saber si me abrazaría un poquito, señorita.

—¡Cállese!

—Imposible. Ya le dije que siempre ando buscando palabras. No puedo parar. A menos que me duerma, claro.

—¡Pues duérmase de una vez!

—Tendré que desnudarme. ¿Le importaría mirarme mientras lo hago?

—¿Qué?

—Sí, sí. Si usted me mira seguro que no me caigo.

—¿Mirarlo a usted? Déjeme en paz. Voy a dormir.

—¡AHHH!

—¿Pero…?

—Nada, nada. Me caí, pero no ha sido nada. Menos mal que pude mirarme un poco en el espejo, mientras me desnudaba, si no hubiera sido peor.

—¡Está loco!

—No, no. Solo un poco, por usted. Pero eso no es malo.

—…

—Una vez me volví loco por una cacatúa, y eso sí que no le gustó nada al doctor.

—¡…¡

—Oiga, señorita, ¿usted nunca ha estado loca por nada?

—¡Sí! ¡¡Por usted!! ¡¡¡Ahora mismo!!!

—Oh. Pues… pues… pues…

—Vaya, no encuentra la palabra, ¿eh? Pues yo le voy a decir unas pocas, pedazo de casquivano, crápula, bellaco, mameluco, macrocéfalo, bocachancla, mangurrián… ¡Asilvestrado!

—¡Paaaara, Pepa! ¡Paaaara!

—Ay, Pepe, perdona. Mejor dejamos el teatro minimalista por hoy. Este confinamiento me va a matar…

 

José Rasero Balón

Autor/a: José Rasero Balón

José Rasero Balón (Alhucemas, 1962). Soy autor de los blogs 'E la nave va!' y 'Humanos' (www.joserasero1.com) con fotografías realizadas en Holanda, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Austria, Italia, Alemania y diversas poblaciones de la geografía española. He publicado las novelas 'Laila' (1997), 'Badián no es un anís' (2012) y 'Áticos y viento' (Ediciones Mayi. 2015), así como el poemario 'Brochazos' (2001). Vivo en La Viña.

Comparte en
468 ad

Envía un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *