In love
–¿Me amas? –Más que a mi vida. –¿Y eso… cuánto es? –Pssh, poca cosa. –Pues vamos bien. –No, vamos fatal. –Era una forma de hablar. –Ya, ya… Es tan corto el amor y es tan largo el olvido… –Bonita canción. –No es la canción. Es el 20. –¿Qué hablas? –Ese es nuestro problema. –¿Cuál? –Que no nos entendemos. –Yo te entiendo. –¿Qué entiendes? –No es qué, sino a quién. –Lo ves. –¿Qué veo? –Aquel rayo verde en lontananza. –¿Y eso? –¿No...
En la esquina
–Oiga, por favor, ¿podría acercarse? He de pedirle un favor. –Bueno, ya ve, tengo todo el tiempo del mundo. –Ese es mi problema. He de llegar en punto. –¿Dónde dijo? –No le dije el lugar. –¿Por qué no lo hizo? –No sé. Puede que sea mi carácter retraído. –¿Sí? El mío es más bien tirando a huraño. –¡Quién lo diría! –Todo el mundo lo dice, excepto usted. –Yo es que soy de poco hablar. –De esos está lleno el infierno. –¿Usted cree? –No....
En bronce
–Hija, deberías salir más, no es bueno que te pases todo el día aquí parada… –No, mamá, que no me gusta nada lo que me veo por ahí… –Pues qué vas a ver, hija, la vida, con sus gentes, con sus cosas… –Eso es lo que no me gusta… –¿Qué? –La gente, mamá, la gente. –¿Por…? –Es mala, me miran mal… –¡Va! ¡Cosas tuyas! ¡Qué te van a mirar mal, con lo requeteguapa que tú eres, mi amor! ¡Y no habrá por ahí...