Hola Pedro.
Te conocí por primera vez en una exposición que realizabas en Ubrique. Recuerdo perfectamente que no había hecho más que nacer tu hija María Belén y que me dijiste: “lo que saque de esta exposición es para comprar pañales y biberones…” ¡Con que gracia te expresabas!… Aunque en años anteriores habíamos expuesto juntos en la exposición colectiva Ubrique y sus pintores, no habíamos coincidido para hablar. Por aquel entonces tu estudio estaba al aire libre, pintabas aquí y allá. Paisajes de los alrededores, Ubrique, El Bosque, Tavizna, los Bujeos ¡Cómo me ayudaste a entender la pintura! Tu espátula cargada de óleo esbozaba sintéticamente las formas de la naturaleza.
Me explicaste los secretos de tu pintura, enseñanzas que habías recibido de Francisco Peña. Pero era mucha tu inquietud y comenzaste a buscar nuevas fronteras utilizando otras técnicas al óleo mediante empastes y veladuras.
A mediados de los 90, si mal no recuerdo, comenzaron a ponerse en funcionamiento los primeros certámenes de pintura rápida. Ibas recorriendo lugares y participando en estos concursos. Empezaste a cosechar los primeros premios de pintura al aire libre. Tu habilidad a la hora de realizar las obras era impresionante.
Me animaste a que te acompañara a los certámenes de pintura rápida, aunque mi técnica por entonces era pobre e inexpresiva, pero tú estabas ahí para ayudarme y enseñarme.
Pero tu pintura de estudio también cosechaba éxitos en concursos, como aquella vez que me llamaste con gran entusiasmo diciéndome que le habían adquirido la obra en el Certamen Internacional de Artes Plásticas de Valdepeñas, uno de los certámenes más prestigiosos de España.
No parabas de trabajar sin descanso y me recomendabas que estudiara para las oposiciones a profesores, me repetías y repetías constantemente que vivir de la pintura, aunque gratificante en algunas ocasiones, era muy difícil, que tú habías elegido ese camino, pero que el mío era la enseñanza y que más tarde tendría tiempo para pintar…
Tu cambio al acrílico como medio pictórico nació de los concursos de pintura rápida y gracias a la amistad con Ricardo Galán Urréjola, artista con gran dominio en ésa técnica. Poco a poco fuiste dejando el óleo y creando tu propio lenguaje, separándote de tu primera escuela pictórica con raíces de Pedro de Matheu, amante del paisaje de Ubrique y que fue alumno de Pierre Bonnard.
Con el acrílico podías crear “cocina”. Te daba la posibilidad de hacer grandes empastes de pintura y velar al poco tiempo. Tu gran paleta de colores se vio reducida drásticamente a colores tierra, blanco y negro; pero no por ello dejabas de interpretar con fuerza el paisaje. Tu constante evolución te hace grande, porque no eras un pintor que se acomodara por sus éxitos, sino que cada éxito y cada fracaso te llevaba a luchar con más entusiasmo.
Pedro, tú has sido uno de los más grandes paisajistas del momento. Muestra de ello son la gran cantidad de reconocimientos recibidos. Una gran pena nos has dejado; una terrible enfermedad te ha vencido, injusta fatalidad inesperada que te ha impedido que sigas creando esas magníficas obras. Pedro fuiste un gran luchador y por ello queda tu legado pictórico y el de tu persona en nuestros recuerdos. Confío que dejarás tu fuerza en los tuyos, en tu esposa Charo y tus hijos Juan Jesús y María Belén. Me acordaré siempre de ese último día que te vi, en el que me contabas esa anécdota graciosa y de todos los días que compartimos pintando...
De tu siempre amigo Rafael Domínguez.